viernes, octubre 06, 2006

Dulcinea


Resultado de un taller express de Creación Literaria impartido por la Doctora Mayra Ibarra en Casa Vecina. Quedó chulo.


Pido disculpas a vuesas mercedes por no iniciar este discurso usando las palabras con las que suelen empezarse.
No tengo empacho alguno en referirme a las mujeres como damas, pero sí lo tengo en referirme a los hombres como caballeros.
Así que comienzo diciendo: “buenas tardes, damas y… hombres.”
Y es que resulta que los caballeros son ahora peligrosos para mi persona.
He de contarles que recibí la visita de una mujer rolliza, que se hacía llamar Tereza Panza.
Entró en el corral donde encontrábame yo aechando el trigo, y con un grito que poco entendí si era de miedo o de dicha, refirióse a mí como sigue:
“¡Por fin te encuentro! Mujer liviana que de Dulcinea sólo tenéis el nombre, que no el rostro ni los modos.”
Por ese mote de Dulcinea, supe que algo tendría que ver con cierto loco que una vez usóme de alucinación, diciendo que mi presencia era como todo el cielo junto. Y para sacarme de problemas le expliqué que mi madre me había parido con el nombre de Aldonza Lorenzo, que en nada parecíase al de Dulcinea. Pero de nada valióle mi explicación y continuó su perorata: “¡Como te llamen, mentecata! ¡Culpable de mis noches solitarias! Tú eres aquella por la que el amo de mi Sancho se lo ha llevado a rodear el mundo, por la que le han ordenado tres mil trescientos azotes, y aún sigues andando impune, como si falta en ti no hubiese.”

No hallo de qué me encuentra culpable, le dije, si aún recuerdo que el loco que Dulcinea me llamó, dijo que le bastaba con estar ausente de mí. Eso, señora, demuestra que nada he tenido yo que ver con sus actos y sus jornadas, y menos todavía con las del buen Sancho; a quien llamo bueno por aguantar las chuscadas de ese amo perturbado.

No tengo yo la culpa de que me haya cambiado el nombre, y sólo hallo explicación en que quiso hacer para mí un poema y no encontró palabras buenas que con Aldonza rimaran. Si acaso sólo onza, o sonza .En cambio, si me mudaba el nombre por el de Dulcinea, seguro iba a encontrar otras mejores como correa, jalea o mea.

“Veo que de verdad no hay maldad en ti, pues para ser malo se necesita talento. Y es bien claro que quien cree que la palabra mea es mejor que onza, tiene más hambre que inteligencia. Pero no me quiero ir sin suplicarte, que si encuentras al loco, que en la casa de mi marido se conoce como Don Quijote, le des algo de calma para que al menos un rato mi Sancho pueda ver a los hijos de los dos.”

Bien saben, damas y… hombres, que eso nadie me lo tiene que suplicar, pues tengo un cuerpo que se otorga solo y un poco de locura no le caería mal. No me negaría a perseguir gigantes, pues me agrada hablar de tamaños. Pero si nada me han propuesto, calma no puedo dar.
Y así termino, damas y hombres, recordándoles que esta hija de Lorenzo Corchuelo, para serviros está. Y si me ofrecen aventuras, aunque sea caballerescas, y a dichas aventuras las acompaña una suma de escudos buena o no tan buena, pero suficiente para un poco de licor que me de fuerza para seguir trabajando el trigo, haced favor de proponérmelas para que las cumpla, no con ausencias sino con apoyos.

2005.

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