lunes, noviembre 20, 2006

¡AH, QUE LA MINERVA! Regalo para mis amigos por mi cumpleaños #30


Siempre es mejor nacer, aunque sea tarde, como en mi caso. Siempre habrá de dónde aprender lo que se acabaron y no dejaron para mí. Creo que de ésta certeza nace la soportable levedad del ser... yo. Y es que he descubierto un alma vieja en mi aún joven cuerpo, y entiendo que es algo más complicado que ser una mujer en cuerpo de hombre o viceversa, porque para esos casos sí hay operación.
Claro, siempre existe la esperanza de que la reencarnación exista y de suponer que en algún tiempo viví esas cosas que extraño tanto sin conocer conscientemente. Cosas que me hacen falta, como rasparme los nudillos moliendo el nixtamal, como quitarme la canana y desamarrarme las trenzas negras mientras beso a un Coronel, como rescatar un libro de la hoguera, como leer los poemas de Sor Juana del papel original, como acariciar la pluma de un sombrero de María Conesa, como salir a abanicarme al balcón sólo a la hora permitida, como vocalizar antes de cantar zarzuela, como sorprenderme de que existieran los coches y después de que el Hombre haya llegado a la luna, o simplemente como haber hablado con mis abuelas y bisabuelas, que aunque traté, nunca conocí por esta tragedia que llevo a cuestas desde niña: El haber nacido tarde.
Me perdí el Teatro de Carpa, los conciertos de Chava Flores, la ausencia de la televisión, los noviazgos en la Alameda, los tocadiscos con manivela, los escándalos por enseñar los tobillos ¡y vaya que los hubiera provocado!, la censura que hacía más inteligente a la gente ávida de expresión y opinión sobre un escenario, la amapola como la flor de México, la mantilla en la cabeza para entrar a la iglesia, la creencia de que los bebés venían de París, las plumas de tintero, el miedo al tiburón de la película y la sorpresa por la verosímil apariencia de King Kong en el cine.
Evidentemente, la lista es interminable, pues pasaron algunas cosas más entre la Creación y el año de 1976 después de Cristo, y sé lo que me puede pasar si lo intento razonar; ya me pasó como a los cinco años, cuando intenté razonar cómo era eso de que Dios es eterno. Digo, puedo entender que no tenga final, pero que no tenga principio... eso sí que me dejó sin dormir varias noches, igual que cuando me pregunté si el ratón de los dientes era el mismo para todos. Algunos decían que sí, pero yo tenía la prueba fehaciente de que el mío era sonorense. Lo deduje por su nombre de pila.
Sí, me perdí de mucho, pero al menos nací y la consecuencia de ese acto me está encantando. También en este tiempo nuevo que me ha tocado, he tenido momentos que me hacen agradecer cómo el cuerpo y el alma se me retuercen de placer.
He sido untada de crema por las manos de mi abuela, y aunque ya no esté, me sigue visitando y ayudando; he reído, aprendido y cantado con mi abuelo cuando estaba vivo y cuando no; he sangrado de tanto bailar, he besado perros y canarios, he despertado al lado de peces azules, he tenido la pretenciosa y soberbia desfachatez de estar al frente de un salón de clases y hacer que funcione; he mentido deliciosamente, y también me he encuerado el alma; he aprendido las letras y algunas palabras, con las que puedo escribir y leer, y hasta llorar mientras lo hago; he cantado, en público algunas veces, y en privado todos los días de mi vida, y he recibido la bendición de tocar el escenario, que siempre me pareció intocable para la mayoría.
Afortunadamente no hay punto final para este escrito, pues orgullosamente no dejaré de extrañar lo que no viví e indudablemente no dejaré de retorcerme de placer por haber nacido, aunque sea tarde.
Minerva.* Feb-3-2005

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué profundo!, ¡qué reflexivo!... de cuántas cosas nos hemos perdido... me llama la atención tu acertividad de haber nacido tarde y en eso nos dejas a los muchos que te queremos y que has marcado con tu sonrisa, personalidad e inteligencia en estado de inmovilidad porque eres una chica sin igual y consideras haber nacido tarde.
Si dentro de esta aseveración cabe mi reflexión, yo opino que tu tardía vino bien a mi vida. Si bien tampoco recorrí el país a caballo, ni me enfrazque en una batalla cuerpo a cuerpo con los "pelones" y tampoco nunca conocí el mar o simplemente me asomaba a la parte de atrás del radio para ver donde estaba Cri Cri -como lo hizo mi padre en 1940- y aún cuando me gustan los sombreros, boinas y gorras, nunca fueron parte de mi atuendo regular... tu retraso coincidio con el mío. Como dice la canción: "tantos mundos, tanto espacio y coincidir..."
Gracias a tus pás que decidieron traerte al mundo, gracias a tu má que decidió inscribirte en el Irlanda y gracias a todo el complot sucedido que me dió el gusto de conocerte y de haberme enamorado de tí cuando solamente tenías 10 años y yo 17. Escucharte que odiabas a mi novia por sangrona y payasa, pasar tardes enteras bailando en lugar de tener clase, compartir sueños y verte crecer. Estar a tu lado hace 15 años en tu cumple y haberte dicho que eres espectacular y que cómo deseaba que fueras más grande... saber de tus éxitos escolares y tus inquietudes hasta que decidí irme de México y sin querer o porque así tuvo que ser, alejarme de tí.
Sí; ¡qué fuerte!. Tu retraso marco también el mío y me alegro y agradezco que me incluyas en una reflexión tan hermosa, tan llena de vida, tan llena de inquietudes y de insatisfacción por el status quo,en una serie de ideas fabulosas, tan simples y tan ignoradas por la mayoría de la gente, en una reflexión tan tuya, tan Mine.
¡Feíz cumpleaños!. Te quiero mucho.