
Tengo una buena amiga, divorciada, claro. Vive en una casa preciosa llena de aromas y colores.
Hace unos años se puso a reflexionar sobre su situación con los hombres. Se dio cuenta de que después de algunas fallas, decepciones y heridas, ya por fin sabía qué quería y qué no quería y decidió no forzar más conquistas y esperar.
Lanzó su petición al Universo, segura de que éste le respondería de la manera más adecuada. Dijo “Quiero a alguien que me quiera muchísimo, que sólo tenga ojos para mí. Que le guste que ambos seamos independientes para así compenetrarnos y podamos cerecer juntos. Que sea muy hogareño, que le encante lo que yo le dé de comer. Que acepte mis caricias pero que también me acaricie. Que no quiera que tengamos hijos. Que al dormir me abrace y al despertar me bese. Que sea fiel y leal. Que me escuche y sea feliz sólo con mirarme. Que quiera pasar el resto de su vida a mi lado”
A los quince días lo encontró en la calle. Era un perrito negro lleno de pulgas y lombrices. Lo llevó a su casa y hoy es el Señor K-Yo (Callo, porque viene de la calle) y viven felices juntos, hasta que la muerte los separe.
20 oct. 06
2 comentarios:
T O T A L M E N T E DE ACUERDO...gracias por compartirnos tu blog! tu amiga de la infancia ANA ELBA
Es cierto, cuando uno pide con fervor...
A mi tambien me toco la suerte de encontrar a mi compañero ideal, al cual supe reconocer, un mucho gracias a usté y a la divina.
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