
No, no. No es cosa de política.
Es el adjetivo más sabio, noble y atinado que alguien ha podido fabricar. Lo inventó, como muchas otras palabras sabias de las que algún día hablaré, mi maestro Anatoli.
No escribiré su biografía, aunque me dan ganas. Pero no sé de él todo lo que quisiera saber.
Su principal conflicto es que sabe mucho, y se desespera de encontrarse gente tan pendeja como nosotros. Sí, como tú que lees y como yo.
El ha probado la mejor miel/mel/mel/miel/miel, sabe que los cocodrilos vuelan y su abuelita menstruaba por los ojos. Al menos lo hizo en las tres ocasiones en que estuvo muerta. Se le han subido como lo hacen las garrapatas, diminutos ositos panda, y sí tenía uno de los números de trapecio más impresionantes del mundo.
Este sabio me ha dicho muchas cosas de las que primero me he reído, y años después he llorado por no haberlas comprendido en el momento.
Una de tantas y la que ahora me sirve, es su definición de “persona pan”. Especie a la que sin querer, yo pertenezco.
No hay que ser sabio para entender el concepto (sólo para inventarlo). Basta con pensar en un pan: es algo que bien puede ser dulce o salado, algo que se come y se disfruta. Una manducatoria. Alimento para el cuerpo y para el alma. Producto de una extraordinaria alquimia que ha alimentado a ricos y pobres. A los que vivieron hace muchísimos años y a los que van llegando. Se consume a veces como plato principal, y a veces sólo como un antojito. Sólo tiene una desventaja. Todos quieren siempre un pedazo. Y como está hecho para darse, no le importa y reparte sus pedazos a la gente que quiere, y hasta al que va pasando y sólo quiere un pellizquito caminero.
No está mal ser una persona pan. Pero hay que estar conscientes para poder resolverlo de dos maneras: o dejar de serlo y negar la naturaleza que es lo que hace la gente y por eso el mundo está así, o serlo orgullosamente y confiar en que siempre habrá un pedazo que ofrecer. Preparar la charola todos los días. Decidir si conviene ser dulce o salado, abrir el apetito, ser tentempié, plato fuerte o postre.
Saber que por más que pellizquen, siempre habrá más, porque para eso es el pan.
Encontré la canción de la persona pan:
QUÉ BUENA FE.
Letra de Eladia Blázquez
Musica de Eladia Blázquez
Tango compuesto en 1968.
Y me dan por la cabeza
y al momento ni me acuerdo...
Sigo manso, sigo lerdo, siempre igual,
convencido y obstinado
en el bien y la nobleza.
Y me dan por la cabeza
y me la vuelven a dar!
Yo no sé si esto es sublime,
yo no sé si soy un tonto...
Siempre listo, siempre pronto
a entregarme a los demás...
A confiar en los amigos...
A creer en los amores
y en los peces de colores
y en la Paz Universal...
Qué buena fe...que Dios me ha dao!..
Y para qué?... Me han estafao!...
Estoy más solo que un buzón en una esquina,
más aplastado que una sardina.
Decíme, che!... De que sirvió...
la buena fe
la buena fe que Dios me dio?...
Yo no sé si me quisieron,
pero cuando quise mucho,
me pasaron el serrucho. Qué maldad!...
Cuando más necesitaba
esa luz de la ternura,
me dejaron bien a oscuras
en la negra soledad...
Y lo mismo no escarmiento,
si me engañan yo no miento.
Pero a mí me hacen el cuento
del amor y la amistad.
Y por eso de cariño...tengo secos los bolsillos,
y una marca en el orillo
de gilito nacional...
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