
Antes acostumbraba tocarme para sentir bonito. O de perdis para sentir.
Tomaba mi cuaderno y cada palabra me tocaba hasta terminar la frase, página o historia con llanto, carcajada o mínimo un suspiro o una sonrisa.
Si no era eso, podía tocarme con la guitarra o con un disco. Muchos de mis discos son buenos objetos de placer.
Un libro era otra opción; más si ya lo había leído al menos una vez. Para tocarme lo único que necesitaba era buscar las partes subrayadas y volver a disfrutarlas o a odiarlas.
Estoy cansada de tocarme. Mis sentideras están agotadas, y tengo muchas.
Busco algo real que me haga sentir bonito y no lo veo.
Si algo llega a tocarme, me hace llorar.
Sólo quiero sentir bonito, pero sin pajas sentimentales.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario