


Influyó Cachirulo, influyó el Ballet, influyó sin duda cuando mi tía Berta me explicó qué era “Bellas Artes” y me dijo “Cuando tú estudies en Bellas Artes...” (no sé en qué acabó la frase y a estas alturas ya no importa). Ella procuraba enseñarme a ser refinada, a pellizcarme la nariz para volverme respingada, a rezar el rosario y a no decir todo lo que pensaba. Cuando le dije que me gustaba Rigo Tovar me dijo en voz baja: “Sí mijita, pero no lo digas”.
De todo eso, al menos se le hizo que estudiara en Bellas Artes.
Pero hubo otra cosa que también hizo soplar al diablo. Cuando supe de una profesión que englobaba todo lo que hasta entonces yo quería hacer en la vida.
Era un concepto que circunscribía a una profundidad difícil de explicar. Una profesión compleja, cuyo nombre aprendí en la televisión: Atractivo Visual.
Recordarán en qué programa lo aprendí y aceptarán que era algo tentador.
Salían los hombres a hacer payasadas, algunas mujeres caracterizadas como fodongas, bigotonas, histéricas, pero al final o antes de cada comercial... la gloria: El Atractivo Visual.
“¿Dónde se estudiará eso?” Pensaba. “Ha de costar mucho trabajo adquirir el porte para usar esos vestidos, esos peinados, esos tacones, y no ponerse nerviosa de que te estén viendo la rayita que se les hace en medio de las chichis, tan bonita. ¿Iré a tener rayita?”
Tan chiquita y tan...
No me juzguen injustamente. ¿Cómo no desearlo? Si Elizabeth Dupeyrón salió una vez con traje azul completo, patalón y ¿blusa? qué dejaba un brazo totalmente descubierto. ¡Sin hombro ni nada, como el de mi Barbie! Y Felicia Mercado sacaba unos peinadazos enormes, con el pelo decolorado y crespo ¡como mi Barbie! Olivia Collins no se quedaba atrás y sacaba una cosa en la frente que en esos tiempos se llamaba tiara (¿o es el nombre que tiene en todos los tiempos?) y que yo imitaba amarrándome una agujeta de esas con figuritas que sólo vendían en Estados Unidos. Honestamente Elizabeth Aguilar nomás no me pasaba, porque le gustaba a mi papá y no entendía por qué, si mi mamá estaba mucho más linda.
Nunca encontré en qué universidad se estudiaba eso, pero al menos ahora puedo enseñar la rayita, porque sí me salió. (Gracias, Dios)
Nunca encontré en qué universidad se estudiaba eso, pero al menos ahora puedo enseñar la rayita, porque sí me salió. (Gracias, Dios)
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