sábado, enero 03, 2009

Familia mística.*

Siempre he sabido que en mi familia algo se esconde. Por años busqué algo en donde estuviera encerrada toda la historia de cada uno de mis ancestros y ahora lo tengo en mis manos.


Ayer mientras azotaba mi cabeza contra las paredes de mi enorme y vieja casa, noté que una de ellas estaba hueca. Quité un poco de la pintura que ya de por sí se ve descarapelada particularmente en esa zona y alcancé a ver una extraña señal. Era algo parecido a una estrella con una llave dibujada en el centro. Al poner mi dedo índice sobre ella comencé a tener una sensación de cosquilleo por todo el cuerpo. Y es que estaba parada justo en un nido de hormigas.

Me metí a la tina para que los bichitos abandonaran mi cuerpo y vino a mí una frase premonitoria. Jamás se la había oído decir a nadie. Fue como si Dios me la hubiera dictado. Claramente escuchaba en mi cerebro “Anita lava la tina”. ¿Qué significado tendrá este mantra? Pregunté. Pero como siempre, Dios está buenísimo para sembrar dudas pero nunca para resolverlas, así que no obtuve respuesta.

Salí del baño y mientras buscaba mi ropa interior en mi mueble de madera recordé que ahí tenía guardada una caja que decía: la historia de la familia.
De inmediato la abrí y esto fue lo que encontré:

La tía Leena.
Hermana de la tía Susi. Intentó ser hippie pero fracasó porque le daba asco rolar la bacha. Pensaba en la cantidad de microbios ajenos que intangiblemente le caminarían por la boca y se regode
arían en su limpieza disfrutando el exquisito aroma de su Channel número 5. Murió electrocutada con la secadora de pelo.

La tía Marieta.
Maestra de jardín de niños durante 17 años y directora de primaria durante 2. Abandonó la profesión por seguir al papá de unos de sus alumnos, junto a quien murió en una carrera de motos en parejas.

El tío Jaime.
Distribuidor de lentes de contacto. Se casó con su secretaria después de trabajar con ella 19 años. Tuvo dos hijos fuera del matrimonio y fue acusado de robo en 1981, por lo que pasó en la cárcel 9 años. Al salir y volver a casa se hizo alcohólico y huyó. Nadie supo de su paradero.

El tío Luisito.
Maestro de la Facultad de Ciencias Políticas. Se casó con una modelo en Las Vegas. No pudieron tener hijos, así que se dedicaron a criar gatos. Murió de asma a los 54 años y su viuda se casó con un actor de cine, quien jura que por las noches el tío Luisito lo visita y le dice cómo complacer a su mujer.

El tío Juanín.
Joven empresario pionero de los pequeños negocios de café, hoy tan populares. En un viaje de trabajo se enamoró de una indígena y se quedó con ella. El negocio quebró y pronto el concepto fue copiado por empresas estadounidenses. Aún vive en la sierra de Puebla con su esposa, sus 5 hijos y 19 nietos. Duerme en una hamaca y escribe cartas a la familia aproximadamente cada 3 años.

La tía Elvira.
Secretaria bilingüe y traductora de la Editorial Juventino. A los 35 años se fue a vivir con su gran amor, Martha Cruz, con quien escribió varios libros sobre pedagogía de la taquigrafía. El dinero recaudado con las excelentes ventas lo usó en construir una enorme y hermosa tumba cuando su madre murió.

La abuela Rocío.
Madre de Elvira y Luisito. Viuda desde los 19 años tenía una incomprensible fascinación por rellenar las medias de popotillo con harina y apretarlas durante todo el día mientras emitía sonidos orgásmicos. Cuando confesó su costumbre a las vecinas, fue apodada Doña Pop; apodo que conservó hasta que murió en una balacera afuera de la panadería El Bizcocho Pop, inaugurada en su nombre por Simón y Josecita, pareja de vecinos con quienes mantenía una relación amorosa.

El tío Everardo.
Músico frustrado. Poco se sabe de él, ya que toda su vida llegó a su casa únicamente a dormir. Se dice que cuando terminaba su jornada laboral en la biblioteca de la Facultad de Arquitectura, se iba a alguna cantina a escuchar de lejos las conversaciones de Renato Leduc para después volverlas canción, pero al no saber tocar ningún instrumento, las canciones quedaron en el olvido. El día que Don Renato murió, Everardo simplemente no regresó a su casa y nada más se supo.

El tío Neto.
Hermano gemelo del tío Daniel. A los 14 años se salió de la escuela porque no soportaba los golpes que a diario le propinaban sus compañeros por gordo. Se dedicó a escribir un proyecto de escuela secundaria para fomentar la no discriminación y logró una cita con María Luisa Uruchurtu, entonces hermana del Regente de la Ciudad, de quien solicitaba ayuda para llevar a cabo su proyecto. Al escuchar la frase “Pásale, gordito” de los labios de María Luisa, salió corriendo a quemar su proyecto y se convirtió en guardaespaldas de varios narcotraficantes, lo que provocó que la familia lo desconociera y no fuera sino hasta 10 años después que se enteraron de que murió de una sobredosis de heroína en su mansión de Las Lomas.

La tía Jobita.
Costurera, muday frígida nunca contó nada de ella. Murió desangrada cuando en un arranque de desesperación se cosió los labios vaginales con una máquina semi industrial.

El tío José Carlos.
Hermano de la abuela Rocío. Amante del lunfardo y el tango, decía “m’entran ganas de matarme, como hacen los tipos giles.” Y l’entraron muchas ganas que un día se dio un tiro en la cabeza después de ver "Otona no miru ehon - Umarete wa mita keredo" (He nacido, pero…), de Yasujiro Ozu. Le sobrevivieron su esposa y sus cuatro hijos, pero no por mucho tiempo.

El tío Daniel.
Siempre se sintió opacado por Neto, su hermano gemelo, quien al verse obligado a dejar la casa materna le heredó todas sus pertenencias, mismas que intentó vender colocando un letrero que decía “Gran venta de saguán”. Cuando Neto pasó de incógnito por la puerta de la casa, se enfureció, no por ver sus cosas en venta, sino por el error ortográfico y con un silbido llamó a sus colegas y entre todos golpearon a Daniel provocándole la muerte.

La tía Susi.
Hermana mayor de la tía Leena. Gustaba de cargar con su guitarra a donde fuera, soñando que algún día alguien le diría “¿Por qué no tocas algo?”, pero nunca sucedió. Para llenar esa necesidad, a los 20 años se fue a vivir a Manhattan y se metió a cambiar los discos al Studio 54. Ya no está en este planeta, aunque sigue viva y feliz.

Los tíos Diego Y Paco.
Primos hermanos incestuosos. Diego fue hijo del tío Jaime. Vivieron en su casa paterna sólo hasta los 16 años y después se fueron llenos de rencor por las palabras que recibieron por parte de la familia. Hoy son empresarios, viven en Bangkok y se han cambiado el apellido.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

buenisimo!!!!!!
tigerteeth

María dijo...

¡Qué bonita familia, qué bonita familia! (parafraseando al buen Pompín)

Beso

Arqlga. Alma Vega B. dijo...

me encantó lo de la ballena josefina! yo la recuerdaba como un sueño y ahora sé que es verdad! jjj, oye cuando puedes que nos veamos para lo de GD? ; ) ya estoy en el df de nuevo

Marisol dijo...

Una familia muy especial por cierto,
(muy trágica la vida de algunos integrantes) y yo que me quejaba de la mía.
Sos genial.
Un afectuoso saludo desde Uruguay.
Marisol