Regalé mi celular. Ya ven que una se vuelve dadivosa cuando le ponen una pistola en la cabeza.
En cuanto estuve a salvo, si es que eso se logra alguna vez, vino a mi mente esa gastaaaada frase de esa gastaaaada canción: “Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar”.Es revelador tener una pistola en frente. Más aún si está sostenida por una mano. Más aún si la mano es de un gorilita. Más aún si puedes ver los ojos del gorilita cuando te está mirando y encuentras algo de ti en ellos.
Que imbécil el que inventó las pistolas. Quien porta una es el dueño de tu vida por un momento y de tus turbaciones por muchos.
Y sucede que llegan reflexiones, miedos y valentías.
Sucede que empiezo el año limpia. Solté mi bolsa con plena conciencia de lo que estaba soltando, sabiendo que no podría recuperar nada de lo que en ella iba.
Pero, vamos, si he tenido que soltar lo más amado... ¿qué me dura soltar una bolsa primorosa con mi celular carísimo, lleno de fotos de gente y lugares que amo; todas mis identificaciones, mi tarjeta con la próxima renta adentro, mi lip-stick divino, mi monedero auténtico de los ochentas naranja fosforescente con buena lana en su interior, mis cigarros, los pasadores para detenerme la peluca del chou y...sí, mi amada cuchara de las pestañas?
Salud, por la vida.
Salud, porque hoy viajo más ligera.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario