jueves, abril 16, 2009

Salud.*

No es que hoy esté especialmente sensible y nostálgica. Siempre lo estoy. No es que hoy se me haya ocurrido pensar en la muerte. Siempre lo hago. No es que hoy me sienta sola. Siempre me siento. No es que hoy no me quiera ir a dormir. Nunca quiero. Pero hoy siento muchas ganas de escribir sobre la única persona del mundo, de mi mundo, que incluso sabiendo todo lo que alguien puede saber sobre mí, no me juzga, ni me cuestiona, ni me hace llorar, ni me envidia, ni me pobretea, ni me exige...

No quiero decir que todas las demás personas de mi mundo me juzgan, me cuestionan, me hacen llorar, me envidian, me pobretean, y me exigen. Pero ella hace esto, o más bien no lo hace, todo junto. Y sí quiero decir que ninguna de las demás personas de mi mundo me conoce como ella.

Influye, por supuesto, el tiempo que llevamos de conocernos. Pero también las actualizaciones que nos procuramos.

Junto a ella he hecho esto y más: Conocí “El vals de los perritos”, que hoy sé que es el Vals del minuto, de Chopin; memoricé “Margarita, está linda la mar” de Rubén Darío; bailé Timbiriche desde el primer LP hasta que fuimos juntas al concierto en 2001 hasta adelante (y todavía de vez en cuando); me disfracé de pájaro, de espantapájaros, de Lily Munster (está bien escrito), de Medusa, de Frosty the snowman, de sándwich, de Josefa Ortiz de Domínguez, de gnomo, de punk y de muchas otras cosas. Y claro, de mayor de edad cuando fuimos a comprar los primeros cigarros. Me subí por primera vez a un escenario, supe que existía el sexo, me enteré de que “apareció “el VIH, me senté por primera vez frente a una computadora (pantalla negra, letras verdes),toqué un camello, empecé a menstruar, me hice flecos horribles, soplé muchas velas de cumpleaños, suspiré por much@s, lloré por uno, lloré por otra, morí por otro…

Hace poco me dijo que estuvo pensando con quién le gustaría tener un hijo si es que algún día lo tuviera. Y bueno, si una siempre pensara primero con quién y luego pensara en tenerlo, otro gallo nos cantara. Dice que revisó opciones, reflexionó, descartó y su conclusión final fue: Sólo te me ocurriste tú. ¿Existirá una frase de amor más amorosa que esa entre dos hermanas?

Brindo por ella. Con la pena no le estoy compartiendo de mi vino tinto morado carísimo, pero ni modo de brindar con Coca light, así que lo abrí.

Y recurro a la bella acción de brindar porque es lo que hemos hecho toda la vida. (No, no, no es que siempre bebamos. Nomás a veces.) Pero el brindis es una de las acciones más bellas que hay.

Por un lado, dicen que en la antigua Roma la manera de matar a alguien era poner veneno en su copa, (está mejor que morir envenenad@ tomando vino que asaltad@ en el DF, o regresando de trabajar en Juárez, o de amor en cualquier lado) entonces al chocar las copas con fuerza, los contenidos se mezclaban para demostrarle a la otra persona que estaba a salvo.

Y por el otro, dice el Maestro Solé que las copas se chocan para que todos los sentidos intervengan al beber vino. Cuatro de ellos están siempre involucrados, pero como el oído no, hay que hacer… ¡pling!

Y sí. Juntas nos hemos demostrado que estamos a salvo. Sobre todo ella a mí; y hemos usado todos los sentidos. Por eso brindo. Y, está bien, le guardaré un traguito, pero si no viene mañana por él, se amuela.

Salud, hermana. Te quiero.
Sasha.

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